Cinco partes de la celebración del domingo Parte IV
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a) Introducción - E|mas
Cinco partes de la celebración del domingo Parte IV
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a) Introducción - El bautismo por el Espíritu Santo
Jesús dijo: “Recibiréis el poder del Espíritu Santo y Me seréis testigos ...” (Hech 1,8) La condición para recibir el Espíritu Santo es el arrepentimiento: “Arrepentíos, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa y para todos los que están lejos...” (Hech 2,38-39)
¡Es necesario constantemente por medio del arrepentimiento recibir el Espíritu Santo de nuevo y de nuevo! ¡Esto significa salir de las tinieblas del pecado a la luz de Dios, de mentira a la verdad, de la muerte a la vida! Cada entrada a la luz siempre implica la negación a sí mismo.
Cada vez que nos arrepentimos, entramos a la presencia de Dios. Aquí confesamos nuestros pecados y la fe en el poder de la sangre de Jesús. El Espíritu Santo de nuevo viene y nos da la luz y la fuerza a conocer y realizar la voluntad de Dios. “El Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” (Rom 8,26) ¡Si recibimos al Espíritu Santo en plenitud, el espíritu del mundo debe retirarse de nuestra alma!
Para que seamos testigos de Cristo, tenemos que recibir el poder del Espíritu Santo. Sin este poder no seremos testigos, sino traidores. ¿Por qué? Debido a que en nosotros está la raíz envenenada – la naturaleza corrompida por el pecado – que fácilmente cree a la mentira y cuestiona la verdad. Esta presión de las tinieblas y del pecado está en nosotros y por lo tanto necesitamos el poder de Dios para no negar a Cristo, sino por lo contrario, ser Sus testigos y estar preparados incluso a sacrificar nuestras vidas por causa de Él. Tenemos que recibir el poder del Espíritu Santo para ser testigos de Cristo.
b) repetímos todos, 5 minutos: “Recibiréis el poder del Espíritu Santo y me seréis testigos.” (Hech 1,8)
c) repetímos todos, 5 minutos: “Jesús”, y uno añade: “Recibo el poder del Espíritu Santo para que sea Tu testigo.”
d) 5 minutos: vivo cómo el Espíritu Santo descende sobre los apóstoles, y en este momento Lo recibo por la fe en plenitud. Cantando o rezando en lenguas.
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a) Introducción - Bautismo de fuego
Jesús dijo: “He venido a echar fuego en la tierra. !Y cómo quisiera que ya estuviera encendido!” (Lc 12,49-50) ¿Qué es éste fuego? El fuego de puro amor divino – ágape – que arde con el anhelo por Dios y por la salvación de las almas inmortales. Está dicho acerca de Jesús: “Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego.” (Mt 3,11) Este fuego purificador, que también está conectado con el Espíritu Santo, ya aquí en la tierra quema la escoria de nuestro egoísmo y dependencias pecaminosas. Que también purifique nuestra mente, voluntad, corazón, emociones, recuerdos, imágenes y planos... Dejemos que nos guíase a toda la verdad.
Sobre los apóstoles aparecieron las lenguas de fuego. Jesús mismo echó este fuego en la tierra, y Él quiere que queme. A continuación añade que no vino a dar una falsa paz en la tierra, sino más bien división. Muchos negarán con orgullo el Reino de Dios y pondrán una fuerte resistencia, incluso a los miembros de sus propias familias.
¡Este fuego causa dolor espiritual, pero purifica la alma!
Es la voluntad de Dios que este fuego sea echado y se encienda. ¡Los enemigos de Cristo tratan de apagarlo. ¡Pero yo quiero que queme! ¡Que queme en mí! ¡Ya está quemando!
b) repetímos todos, 5 minutos: “Jesus dijo: He venido a echar fuego en la tierra; !y cómo quisiera que ya estuviera encendido!” (cf. Lc 12,49-50)
c) repetímos todos, 5 minutos: “Jesús”, y uno añade: “¡Y yo quiero que ahora queme en mí!”
d) 5 minutos: vivo esta verdad y por la fe doy cuenta de la realidad: “¡El fuego del amor puro por Jesús ya está quemando en mí!” Cantando o rezando en lenguas.
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a) Introducción - El don de la profecía
En la Epístola a los Corintios leemos: “Desead ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticéis.” (1Cor 14,1-3)
El apóstol explica además: “El que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.” Así que durante la profecía no se trata de una adivinación, pero de la edificación, exhortación y consolación.
Hoy todos los cristianos convertidos deben desear ardientemente el don de la profecía. ¿Por qué? ¡Debido a que la fuente común de la Escritura y del don de la profecía es el mismo Espíritu Santo! ¡El Espíritu de la verdad!
Sin embargo, hoy la Sagrada Escritura se interpreta por los teólogos heréticos a través de “las gafas” de así llamado método histórico-crítico (MHC). Detrás de este método es un “seudo-don” de anti-profecía y el la antiprofecía, el espíritu de la mentira.
El fruto del Espíritu de la verdad es la vida eterna. El fruto del espíritu de la mentira es la muerte eterna.
El model
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